Como mencionamos días atrás, la glicerina es un subproducto muy importante generado en la producción de biodiésel. El problema es que se genera en cantidades muy abundantes (10 Kg por cada 100 Kg de ésteres metílicos, lo que supone el 10 % del biodiésel producido).
Las industrias farmacéuticas y cosméticas son las principales consumidoras de glicerina, pero la demanda ejercida por estas industrias es significativamente menor a la cantidad de glicerina que las plantas de biodiésel pueden llegar a ofertar. Y es que la producción de biodiésel en la Unión Europea ha aumentado exponencialmente en los últimos años hasta alcanzar un valor de 1.7 millones de toneladas en el año 2004, lo que vienen a ser unas 170000 toneladas de glicerina anuales. Esta producción masiva ha desbordado a la demanda y consecuentemente ha provocado una disminución considerable del precio de la glicerina en el mercado.
¿Qué hacer con la glicerina sobrante? Esa es la cuestión fundamental a la que la industria oleoquímica ha de dar respuesta si quiere seguir siendo competitiva. Afortunadamente existen múltiples y efectivas soluciones a este problema:
la opción más sencilla es quemarla, pero no por ello la más eficaz. Por poner un ejemplo, con una producción anual de 250.000 toneladas métricas de ésteres metílicos podemos llegar a producir 14.000 Kg/h de vapor, o lo que es lo mismo 1´6 Mw de potencia eléctrica, únicamente quemando glicerina, sin aditivos y sin liberar tóxicos al medio.
Pero la solución más rentable es sin duda la transformación de la glicerina en una serie de productos con alto valor añadido. Sometiéndola a procesos como la fermentación, la oxidación catalítica, la esterificación selectiva etc, podemos llegar a producir una gran variedad de productos ( detergentes, aditivos alimentarios, productos cosméticos, lubricantes, etc ).Dentro de esta opción cabe destacar el proceso Solvay para la producción de epiclorhidrina, compuesto involucrado en la producción de resinas, el refuerzo de productos de papel y la purificación del agua. Con la ayuda de estos procesos crearíamos una industria capaz de sustituir a los productos derivados del petróleo, más contaminantes y limitados.
Otra opción que se investiga actualmente es la producción de hidrógeno mediante el reformado de la glicerina en fase acuosa.
Con cualquiera de estas soluciones estaríamos aumentando considerablemente la rentabilidad de la producción de biodiésel, ya que de por sí es un producto principal de “bajo-valor” (por su elevado coste en comparación con el combustible de origen fósil), de lo contrario la industria oleoquímica tendría los días contados.
Las industrias farmacéuticas y cosméticas son las principales consumidoras de glicerina, pero la demanda ejercida por estas industrias es significativamente menor a la cantidad de glicerina que las plantas de biodiésel pueden llegar a ofertar. Y es que la producción de biodiésel en la Unión Europea ha aumentado exponencialmente en los últimos años hasta alcanzar un valor de 1.7 millones de toneladas en el año 2004, lo que vienen a ser unas 170000 toneladas de glicerina anuales. Esta producción masiva ha desbordado a la demanda y consecuentemente ha provocado una disminución considerable del precio de la glicerina en el mercado.
¿Qué hacer con la glicerina sobrante? Esa es la cuestión fundamental a la que la industria oleoquímica ha de dar respuesta si quiere seguir siendo competitiva. Afortunadamente existen múltiples y efectivas soluciones a este problema:
la opción más sencilla es quemarla, pero no por ello la más eficaz. Por poner un ejemplo, con una producción anual de 250.000 toneladas métricas de ésteres metílicos podemos llegar a producir 14.000 Kg/h de vapor, o lo que es lo mismo 1´6 Mw de potencia eléctrica, únicamente quemando glicerina, sin aditivos y sin liberar tóxicos al medio.
Pero la solución más rentable es sin duda la transformación de la glicerina en una serie de productos con alto valor añadido. Sometiéndola a procesos como la fermentación, la oxidación catalítica, la esterificación selectiva etc, podemos llegar a producir una gran variedad de productos ( detergentes, aditivos alimentarios, productos cosméticos, lubricantes, etc ).Dentro de esta opción cabe destacar el proceso Solvay para la producción de epiclorhidrina, compuesto involucrado en la producción de resinas, el refuerzo de productos de papel y la purificación del agua. Con la ayuda de estos procesos crearíamos una industria capaz de sustituir a los productos derivados del petróleo, más contaminantes y limitados.
Otra opción que se investiga actualmente es la producción de hidrógeno mediante el reformado de la glicerina en fase acuosa.
Con cualquiera de estas soluciones estaríamos aumentando considerablemente la rentabilidad de la producción de biodiésel, ya que de por sí es un producto principal de “bajo-valor” (por su elevado coste en comparación con el combustible de origen fósil), de lo contrario la industria oleoquímica tendría los días contados.
3 comentarios:
Muy bien, este el sentido del trabajo que hacéis.
Germán, mira la entrada: "¿Glicerina? Cosas de vacas".
GENIALel arguemtno,
solo ahora que tecnologia es la mas EFICIENTE y Viable para transformr la glicerina en algo de mas VALOR AGREGADO???
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